Para homenajear a las mujeres que fueron asesinadas en el conflicto, la Alianza Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo ha inaugurado, desde 2010, tres murales de la verdad. Con ellos piden que no se repita la barbarie que vivió su departamento. 

Por: Beatriz Valdés Correa – @beatrijelena – Fuente EL ESPECTADOR

El mural representa el proceso de las mujeres, desde la sumisión del conflicto hasta el surgimiento. / Fotos: cortesía Tejedoras de Vida

Luz Marina Benavides se paraba en la plaza de mercado de Villagarzón (Putumayo) con un pito en la boca. Siempre estaba alerta, y cada vez que los paramilitares cogían a un campesino para matarlo, ella pitaba, hacía escándalo. Su acción era la primera denuncia de un homicidio o una desaparición que ocurría en el sur del país. Pero los violentos la silenciaron en 2005.

Martha Jamioy era gobernadora indígena del resguardo Altamanda en Puerto Guzmán (Putumayo) y no aceptaba que los niños y jóvenes fueran reclutados por las Farc. En esa época su comunidad quedó en el medio de una disputa por el control de la zona entre paramilitares de las Auc y la guerrilla. Las Farc la asesinaron en 2006.

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La guerra siguió andando y degradando la vida de los habitantes del Putumayo. A ambas mujeres las quisieron callar y relegar al olvido. Sin embargo, 13 años después de estos crímenes, sus compañeras no lo permitieron. Al contrario, se resistieron a los armados y se organizaron en la Alianza Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo en 2005.

“La idea era hacer una red de protección para que no nos mataran, porque habían dañado todo nuestro tejido social, por eso nos dimos el nombre de Tejedoras de Vida”, cuenta Fátima Muriel, una mujer que hasta entonces se había desempeñado como docente y supervisora de educación. En eso había visto de cerca cómo la guerra se ensañaba contra los más vulnerables: mujeres y niños.

Las Tejedoras de Vida, entonces, se empezaron a reunir y a recordar, a escribir los nombres de aquellas que habían sido asesinadas en el conflicto y cuyos casos estaban en el total olvido. La justicia era tan paramilitar como los agresores. Querían que los “paras” supieran quepor cada mujer asesinada había 100 que la respaldaban. Y no podían matarlas a todas, aunque lo intentaban.

Por esto decidieron crear la estrategia Murales de la verdad, para que la memoria no muera. Un homenaje a todas las mujeres que resistieron y defendieron los derechos humanos, “tejieron la vida”, dicen ellas.

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Los tres murales

El primer mural nació en 2010 en un taller con víctimas de violencia sexual. Cada participante iba recordando a sus familiares, a sus vecinas y amigas, y fue así como recopilaron 178 nombres. Los escribieron en placas que ubicaron en una pared en Mocoa (Putumayo), donde todo el mundo las mirara: “los buenos y los malos”, porque estaban en guerra.

Este mural estuvo en esa pared hasta marzo de 2017, cuando tres ríos se desbordaron y se llevaron todo a su paso. Sin embargo, lo reconstruyeron, esta vez recordando también a las mujeres que murieron en la avalancha. Ahora es una pintura que representa mujeres diversas que están tejiendo para reconstruir la ciudad.

Pie de foto: mural ubicado en Mocoa, reconstruido después de la avalancha de mayo de 2017. 

La Alianza de Tejedoras de Vida del Putumayo continuó la labor. Gracias a su trabajo listaron cien nombres más para un muro que refleja las mujeres que fueron asesinadas por paramilitares en la vereda La Castellana, zona rural de Villagarzón. Este muro, aunque está ubicado con menor visibilidad, es importante para los familiares, para los hijos que dejaron, porque según los datos de la Tejedoras de Vida, cada mujer asesinada tenía entre 3 y 4 hijos.

El tercer muro fue inaugurado el pasado sábado 17 de febrero en el aeropuerto de Puerto Asís. Fue elaborado por el artista Jonathan Cadavid Marín, quien utilizó 80.000 tapas plásticas para ilustrar cómo las mujeres de Putumayo han logrado pasar de la tristeza y la sumisión al empoderamiento. Además, es un recuerdo para las más de 300 mujeres asesinadas en este municipio.

Hasta ahora, las tejedoras llevan un registro de 578 nombres de mujeres asesinadas en tres municipios. Pero, según el Registro Único de Víctimas, solo en Puerto Asís entre el 2000 y el 2015 fueron 1.997 las mujeres que murieron a manos de actores armados, y el 2002 es el año con más reportes: 239 casos.

Pie de foto: uno de los actos de inuaguración del tercer mural fue la creación de una mandala.

El conflicto, para ellas, solo mermó en 2016 con la firma del Acuerdo de Paz con las Farc. Pero ya desde 2009, tras la desmovilización de las autodefensas, eran cada vez menos las mujeres asesinadas en Putumayo.

Las Tejedoras de Vida no se detuvieron a pesar de la disminución de las acciones del conflicto. Siguieron trabajando integralmente para que la memoria de las mujeres putumayenses se preservara y sus derechos fueran punto central en la creación de políticas públicas.

Hoy, después de ser merecedoras en 2011 del premio a la defensa de los derechos humanos, que otorgan las embajadas de Francia y Alemania, han continuado su trabajo en tres líneas: participación política, derechos humanos y una línea integral de mujer, cultura, desarrollo y medioambiente. También, con el respaldo del Fondo Sueco-Noruego de Apoyo a la Sociedad Civil Colombiana, sostienen proyectos en su organización desde hace tres años.

Y no se van a detener. Por Luz Marina, por Martha y por todas las familias a las que les quitaron sus tierras, sus casas y las mujeres que lucharon por preservar sus derechos. Su objetivo, por el momento lo han logrado: gracias a los murales ellas no serán olvidadas.